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<i>"Presidente. (...) en 1862 se levantó en favor de Belzu y después sirvió con fervor a Melgarejo. En 1876 derrocó al Presidente Frías; pero tuvo la habilidad de rodearse de los hombres más representativos del momento: J. Oblitas, M. I Salvatierra, A. Aspiazu, S. Reyes O., E. Doria M., M. Lanza, J. Méndez, J. R. Gutiérrez, etc. para legitimar su acceso espúreo al poder, convocó en 1878 a una Asamblea Constituyente, que aprobó una nueva Constitución (ratificada en 1880 con muy pocas enmiendas) Durante su gobierno hubo hecho spositivos: la iniciación del ferrocarril La Paz-Chichilaya (actual Puerto Pérez); la firma del contrato con la empresa Meiggs para el ferrocarril Mejillones-Caracoles (no concretado por la guerra); la austeridad de su ministro de hacienda Salvatierra permitió liquidar el empréstito Church, suprimir la moneda feble y reducir la deuda interna y externa de casi 15 millones a sólo 2.6 millones de Bs.; tuvo que enfrentar en levantamiento de A. Ibáñez, de claro tinte igualitario; etc. Pero el acontecimiento de mayor trascendencia que tuvo que enfrentar fue la guerra del Pacífico (precipitada por su decisión de imponer un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado desde Antofagasta), para la que Chile se había preparado con mucha antelación. Ante las exigencias del aliado peruano, con un ejército mal armado de 4000 hombres acudió al escenario bélico donde constató que no existía ningún plan y todo se hacía con absoluta irresponsabilidad. Fue acusado injustamente de traición por la retirada de Camarones; ésta fue decidida por la mayoría absoluta de los jefes del ejército y el hecho de que rechazara indignado las propuestas chilenas de spararse del Perú y unirse a Chile, demuestra que no hubo tal traición; lo que hubo fue una doble conjura contra él de parte de la masonería y de la 'mafia' chilenófila, que finalmente lo derrocó (27-XII-1879); conjura que hasta persiste hoy en la historiografía, trazandouna imagen derogatoria de su personalidad y actuación, aunque el revisionismo ha empezado a precisar los hechos. En 1880 fue juzgado por malversación de fondos; en 1893 la Cámara de Diputados quiso volver sobre su caso; habiendo quebrado en 1892 el banco de Hamburgo donde tenía sus depósitos bancarios, decidió volver al país para defenderse ante la Corte Suprema, pero fue asesinado en Uyuni por su propia escolta; el 25-II-1894 hizo circular en Antofagasta un manifiesto en que, con notoria imprudencia, prometía esclarecer con documentos los verdaderos acontecimientos de la guerra del Pacífico "<i>y determinarán </i>[los documentos]<i>a los que deben llamarse traidores a la patria</i>"; después el Senado acabó declarando no haber lugar al enjuiciamiento por traición. Su muerte nunca fue aclarada, aunque todo apunta a un crimen político orquestado desde el gobierno, por temor a las anunciadas declaraciones"</i>